Cuando uno teje, va mirando cada punto, lo va sintiendo entre los dedos. En cada uno se van entretejiendo ideas, sensaciones, emociones, sentimientos, deseos, valores. Cada hilera tejida y acomodada en las agujas, cada vuelta peinada en el telar, cada paso observado va construyendo una entidad en ese tejido. Si se sabe a quién va a abrigar, más aún. Sino, se lo imagina, se lo sueña... y también se enviste, se le otorga un ser, dignidad. Se lo crea en todos los sentidos: en lo concreto, dándole forma con los materiales y en lo abstracto, otorgándole un sentido y un valor.
Todo eso no queda en ese momento de creación, trasciende con la obra, va en ella y de formas muy sutiles llega a quien toca esa trama, a quien la usa, a quien cubre, a quien se la apropia. Es la maravilla de tejer, especialmente cuando son mantas de bebé.
Disfruté cada una de las muchas que tejí, guardo de ellas recuerdos y sensaciones inolvidables. Sus colores especialmente elegidos pensando en quien las usaría, sus texturas, el pasar entre los dedos, la emoción al pensar el punto y las combinaciones... el presente proyectándose al futuro.
La esperanza de lo que traerá la vida a ese ser, la necesidad de apego seguro para atravesar momentos duros, la alegría de juegos, los primeros balbuceos de palabras, el intercambio de miradas al arropar en una noche larga, la calidez de un abrazo tejido en una madrugada de llanto, los paseos por nuevos lugares en el cochecito o en el auto... en la cuna, en el moisés, en la cama, en el sillón, en el piso o a upa, la manta vive y late la vida.
La manta vive y sobrevive, a juegos de aventuras, es capa, es vestido, es una carpa, es un almohadón... camina con los caminantes, juega con los infantes, duerme con los adolescentes. Si la manta sigue esos caminos, cada punto rozado entre mis mis dedos, tiene sentido, tiene sentido mi hacer incontrolable, tiene sentido mi existencia humilde. Vuelo hacia el futuro, vivo más vidas, disfruto de otras aventuras, me emociono en otras existencias.
Gracias a aquellos que me devolvieron en palabras e imágenes, instantáneas de mis mantas, que no son mías, que nunca lo fueron, que sólo me entretejieron.
"La mantita que la abrigó y cobijó de bebita, es la misma que la abriga y cobija hoy, más de 17 años después!
Cuando Juli creció, la mantita fue guardada junto con su ropa de cuna. Hace un mes y medio más o menos, buscando otra cosa, la encontré y me pareció tan hermosa que la coloqué al pie del sillón del living. Ese día, al volver del trabajo, Juli estaba recostada en el sillón, mirando una serie, envuelta en la manta, sin saber que era su mantita de bebé.
Le conté que esa manta se la había tejido su tía Gaby y eso hizo que le parezca aún más hermosa. Ahora, cada vez que se recuesta en el sillón, se tapa con su bella y querida manta." R.S.
La mantita de la tía Gaby las acompaña siempre. Gracias Gaby por este tejido de tanto amor ❤ @mariagsimpson @espacioresilienciaecosistemica E.B.
Muchas fueron tejidas, muchas más serán tejidas...
Ahora las mantas siguen volando desde Espacio R hasta donde sea... se siguen tejiendo con el mismo placer, las mismas emociones, la misma esperanza.