Esto es también parte de los tejidos resilientes: armar entramados de palabras que nos ayuden a sostener y darle forma a nuestra realidad, relatándola para darle y encontrarle sentido... por eso otro texto de este hombre.
Se apersona cuando quiere... y quiere siempre, lo que pasa es que no siempre lo registramos, no siempre lo registro, no siempre soy consciente de él y de su eterna presencia.
Está vestido de negro, pero no asusta, es por elegancia nomás, por ser clásico y formal. Usa sombrero, un abrigo largo, no sé si tiene capa o es ese saco muy inglés de detective. Trae un bastón y un reloj, bueno creo que varios, seguro uno de bolsillo y otro grande con campanillas en la mano. Es delgado, ágil, movedizo y escurridizo, no da miedo, sí un poco de ansiedad y dinamismo. No se queda quieto.
Tiene una red de parientes y de amigos, que trae consigo, algunos más cercanos y otros no tanto. Esta vez trajo a uno de sus doce primos (Junio), que siempre vienen de a uno y se instalan 28, 29, 30 o 31 días. Luego se van... vienen con poco o casi nada, pero traen esperanzas, a veces mucho trabajo, otras vacaciones y, si la cosa cosa no va bien, al día 20, uno ya quisiera que se vayan. Éste, Junio, siempre trajo de todo, y muchas cosas tristes o desafiantes, dejó recuerdos fuertes, que marcaron, que duelen y que asustan (pérdidas, muerte, choques, enfermedad, operaciones, gripes, fracturas...) pero sigue viniendo y aunque esos recuerdos aparecen, también con esfuerzo, pueden recordarse otras situaciones felices: gestaciones, cumpleaños, festejos, tazas ricas y calientes de chocolate. Esta vez no sé que traerá, pero igual lo recibimos con afecto, porque es imposible evitarlo y es bueno vivirlo sin rencores y con esperanzas. Creo que para el final de la vista de este año, me dejará un regalo... ví una caja con moño entre su equipaje, que ya empieza a desparramar en casa.
El Señor Tiempo tiene otra familia muy cercana, no sé si son sus hijos... pero son más dinámicos, son 7 y vienen y se van rápido, traen noticias, trabajos, encuentros, cositas más cortas pero constantes, traen sol y luna. Me cuesta retenerlos y aprovecharlos, pero intento aprender.
El Señor Tiempo tiene alrededor de su cabeza, como luciérnagas o insectos, que vuelan a su lado y son más instantáneos, cuesta verlos, retenerlos o tocarlos, a unas las llama Horas, a otros Minutos, Segundos, Centésimas, Milésimas... los veo, los sé... pero se me escapan.
También trae a un pariente más importante, ése sí se instala un buen tiempo: 365 días. No tiene nombre, es un número, pero parece tener mucho poder. Aunque nace indefenso en la cena de una noche especial, se va empoderando con sueños, esperanzas y proyectos, luego madura con esfuerzo y con mucho trabajo y cuando se va, ya está viejito, a veces triste y otras veces satisfecho y feliz. Así van pasando estos parientes numéricos que siempre suman, suman tiempo... que no siempre aprovechamos. Algunos números me gustan más que otros, pero con seguridad, sólo puedo saber cuál fue su sabor, cuando se fueron y dejaron sólo recuerdos.
Hay familiares súper importantes: los Siglos y los Milenios. También usan números como nombres, pero para ser más elegantes los primeros números romanos. Algunas personas como yo, conocieron al menos dos. Hacen mucho ruido cuando vienen y cuando se van, suenan fanfarrias y a veces, sirenas. Unas, que son parientes de éstos son las Décadas, son implacables, se instalan y a veces preocupan o duelen, son categóricas en sus logros.
A veces, este hombre de negro, viene con personajes deslumbrantes, como Eternidad, Siempre e Infinito. En ocasiones con la dureza de Nunca y de Jamás. Otras con lo destellos de luz de Instantes.
Pero, el personaje más importante que lo acompaña al Señor Tiempo, es una mujer, que parece eterna, aunque algunos dicen que tuvo una antecesora. Parece su pareja, lo es. Alta, larga, callada... pero cuando habla se silencia el mundo. El Tiempo la ama, la posee y se somete a ella, todo a la vez. Es la Historia, sabe de personajes y personalidades, registra, recuerda, guarda y saca a la luz. Me encanta, enseña y habla, habla y enseña. Todo lo tiene en ella, todo está en ella, pero no todos la escuchan, no siempre la escuchamos, a veces la oímos y hacemos oídos sordos a su palabra.
Bueno, este hombre, el Tiempo habita mi espacio y lo condiciona: trae y crea junto a él, la velocidad de mi vida. Hay momentos, como éste, en que siento muy patente su presencia, sus parientes y su séquito de personajes que trae. No sé si a usted, lector, le pasa lo mismo, quizás lo vive de otra forma, tal vez lo ve de otra manera. Ojalá lo encontremos junto a otros, ojalá lo compartamos con otros para que sea feliz y plácido, para que tenga sentido vivirlo.