01 marzo 2016

Adversidad, esencias y vida.















Ella es un misterio, un secreto que se nos permite conocer con posterioridad a poder cambiarla o modificarla.
















La podemos leer, entender, interpretar a través de nuestra relación con la realidad. Se gasta en días, se mata en horas, se agota en momentos inconscientes.
















Revive en situaciones sublimes, intensas, de gloria o de dolor penetrante, de amor o de odios manifestados.















Nos regala siempre, nos entrega todo, a veces ni reparamos en los obsequios que nos trae: una montaña, una flor, un niñito, el océano, o el arroyo casi seco.















Lo ínfimo y lo supremo la despabilan, la conmueven y la hacen bailar. También lo negro y lo oscuro, la tristeza hasta los huesos, el dolor del alma y del cuerpo. Huye, corre, escapa. Pero luego vuelve y nos abraza el alma con el espíritu de amor que es su esencia.




Nuestra esencia es como la de ella: instantes infinitos con un otro. La vida, quien nunca nos abandona caminando hasta en la muerte a nuestro lado.

(Para Ade, maravillosamente extraterrestre)





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