"¿Cómo se hacían los escarpines?"
Una pregunta simple, que en otros momentos encontraba rápidamente respuesta. La cercanía me la daba.
Hoy, además de ser crucial en el proyecto en el que estoy trabajando (ajuar de bebé), me lleva a planteos existenciales y a conclusiones comunes, re-comunes, pero no por eso, fuertes:
¡Cómo se pasa el tiempo!
¡Cómo no aproveché todas las oportunidades!
No es una cuestión de culpas, es una emoción que no deja de actualizarse: la renuevo en ciertos momentos en que las ausencias se hacen presencias lejanas, en situaciones que requiero el apoyo necesario, la asistencia adecuada y la compañía justa.
Es una situación hasta casi matemática, relacionada directamente con la fórmula de la velocidad: V=E/T
La velocidad proviene de la relación entre espacio y tiempo, según sea esa velocidad es cómo visualizamos el espacio y cómo vivimos el tiempo.Está más que probado que la humanidad no puede manejar bien el espacio, está más que demostrado que lo hemos destruido.
Con respecto al Tiempo, nunca lo pudimos manejar: siempre corrimos detrás de él para dominarlo, pensamos y pensamos cómo entenderlo, quisimos y queremos detenerlo cuando la felicidad se hace presente y deseamos adelantarlo cuando la tristeza nos inunda.
Ayer, con el tejido de los escarpines, se me apersonó el Tiempo trayendo estas líneas, estos pensamientos y estos sentimientos...
Los puntos aparecían en las agujas, se entrelazaban y se unían. Y unos instantes más tarde, salían volado de la aguja azul de Lala y se desvanecían frente al Tiempo, que sentado cómodamente en el sillón, con mis perras durmiendo al lado, reía a carcajadas. No te preocupés, me sobran los instantes en la perseverancia, pensaba yo, mientras lo veía moverse en mi vida. Los puntos se rearmaban y volvían a treparse a mis agujas heredadas, iban de una a otra, saltando con esperanzas y uniéndose en el aire, como trapecistas en el circo.
Mil intentos y no un invento, sino el logro del escarpín, con la mejor forma posible. El tejido que toma forma, las imágenes de futuro que se plasma en ese escarpín, en esos piecitos que comenzarán a caminar el mundo, precisando un cálido abrigo que le dé el apego necesario y esencial, para que después, mientras que el señor Tiempo lo permita, se transforme en zapatilla, en bota, en zapato, o en pantufla...Como el Tiempo se había impacientado con mi tozudez, se fue antes y tuvo que mirar por la ventana mi logro... creo que en el fondo disfrutó también de mi alegría, de mi inocencia de que lo había vencido con las agujas de Lala y de mi extraña sensación de que mi abuela estaba más cerca.
Una noche fría, de tiempos, puntos y tejidos. Terminó con un solazo de esperanza pensando en ese bebé, que el Tiempo verá crecer y querer dominarlo.
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