11 septiembre 2012

Maestros R... tutores de resiliencia.

Perlitas para este día...

De una gran maestra como la Señorita Olga para todos...

... los que dedicaron, dedican y dedicarán su vida a la docencia...
... los que inician el día de trabajo mirando de frente a muchos pares de ojos y comparten la mirada...
... los que terminan su jornada cansados pero colmados...
... los que luchan contra la impotencia y contra el "no se puede"...
... los que con orgullo dicen "yo soy docente..."
... los que sostienen "yo tengo..." y "yo estoy..." con optimismo y felicidad...
... los que transforman el "yo" en "nosotros"...

Y también para todos los alumnos...  


Marzo 1940.
Estos niños que me miran tienen los ojos claros y clara la sonrisa.
La alegría nos une. Un maestro que sabe sonreír con el corazón y ausculta el corazón de un niño puede 
ayudarlos a crecer.
Vamos diciéndonos nuestros pensamientos y el cristal de la reserva, de la timidez o de la desconfianza se 
rompe y un hilo pequeño, pequeñito comienza a fluir.
Es el acercamiento con estas criaturas lo que deseo. Poco importa en verdad el cúmulo de conocimientos 
claramente asimilados. Salimos con frecuencia y bajo los árboles o andando por los caminos el lenguaje, 
como expresión del mundo interior, florece tímidamente. Cuando les insinúo que escriban, “la composición” 
tiene algo de flor de papel, de frase de cartón. Es una elaboración artificiosa. Es preciso arrancar este 
lenguaje para dejar nacer el “otro”, el verdadero, el que es del niño con toda su gracia y fresca emoción.
Y todos los días, con el descubrimiento de las pequeñas, grandes, bellas cosas de nuestro mundo: el sol, la 
pequeña nube, el viento, la sombra del árbol, tiembla la emoción.
Y cuando leen sus trabajos (¡qué tierna me sea siempre la palabra!) Voy descubriéndoles la mentira de su 
lenguaje, voy señalándoles la falsedad de las frases vacías, (¡qué hondamente cálida sea mi esperanza!) Voy 
salvándoles la gracia de una sola palabra ahí escrita, la auténtica palabra.
Nos vamos comprendiendo. 
Van creyendo en mí.



“Solo se aprende lo que se vive. 
La escuela no es una máquina que calcula y mide el límite de la capacidad animal,
y sí es un espíritu unido a otro espíritu a quien ayuda a crecer,
desenvolverse y liberarse, sin perder su autenticidad”
Olga Cossettini - La Escuela viva - 1935 

“No se trataba de cambios de horarios y de programas;
era una reforma profunda de la vida de la escuela que con espíritu nuevo
iba a abrir de par en par las puertas de la aulas a la vida”. 
Olga Cossettini - 1935.

“La espontaneidad será la base de este aprendizaje
y de esa ciencia nacida del amor hacia la naturaleza,
de la contemplación, de la curiosidad admirativa
que preceden siempre a todo estudio serio”.
Olga Cossettini – La escuela serena – 1935




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