Alumnos, docentes y padres: convivir en
un sistema educativo agotado
de Alejandro Castro SantanderFinalizamos el mes de junio con una serie de situaciones que ponen nuevamente a la escuela y sus protagonistas en boca de todos. Muchos son los que opinan sobre la escuela y los fenómenos que se producen en ella, aunque finalmente son pocos los que se comprometen seriamente en buscar soluciones adecuadas y duraderas. Opiniones, catársis y pocas ideas.
Alumnos, docentes y padres, hoy evidencian un marcado desencuentro en aquel ámbito que debería ser de orden y estudio, o mejor aún, una escuela donde se pueda brindar educación de calidad en un clima de bienestar general. Estudiantes contra estudiantes, padres contra docentes, docentes contra alumnos, por simplificar conflictos, indisciplinas y violencias que se experimentan en las instituciones educativas,y que en algunas comunidades se corre el riesgo de naturalizar, justificar o esconder, favoreciendo que la atmósfera de todos sea irrespirable.
¿Qué reconocemos? Que los chicos no estudian ni les interesa lo que los docentes tienen que decirles, en una escuela a la que sienten lejana de sus intereses; que los docentes se sienten frustrados, cansados y maltratados por el resto de la sociedad, especialmente por los padres, quienes son percibidos en muchas oportunidades como cómplices obedientes que reniegan su autoridad educativa y además boicotean la del docente. Vemos también fracaso, ya que los chicos de 15 años frente a sus iguales del resto del mundo y de otros países de la región no muestran haber aprendido lo suficiente.
Pero este breve diagnóstico que puede gozar de cierto consenso, es sólo parte de otros síntomas de una escuela, de un sistema educativo agotado, que por forzarlo a que funcione finalmente enferma a todos.
Apremia redefinir el rol educador de padres y docentes en un nuevo entorno tecnológico y comunicativo. Podremos asignarle a la educación distintos papeles, o continuar discutiendo acerca de las responsabilidades de las diversas instituciones educadoras, comenzando por la familia, pero de lo que no debemos dudar, es acerca de la guía que necesitan los chicos para que sean capaces a través de la emoción generar la reflexión, que el pensamiento concreto los lleve al abstracto, y que a la expectativa del placer se admita la necesidad del esfuerzo. No será con la tecnología, sino a través de las palabras y en la elaboración de los mensajes donde habrá que buscar la emoción, el encuentro y el bienestar de todos.
Educar es un proceso de cambio en el encuentro, en la convivencia de todos aquellos que quedan involucrados en esa tarea tan compleja y comprometedora de preservar la cultura y con ella la humanidad. Pero si queremos que los niños crezcan libres en el respeto por sí mismos y con conciencia social, debemos convivir con ellos estimándolos y dejar de repetir con hipocresía que estos niños son el futuro.
Observemos la conducta diaria de ciudadanos intolerantes; la descalificación y la burla anónima de aquellos que aprovechan el anonimato que permiten los medios digitales. Reconozcamos que nos estamos habituando a tratarnos mal y a no aceptar, no sólo la opinión distinta, sino que también rechazamos al otro que no piensa como nosotros. Y los chicos nos ven, aprenden, repiten y les reprochamos.
La respuesta es sin dudas educativa y tan compleja que precisa ser también apoyada por servicios de salud, desarrollo humano, justicia y seguridad. Un reto posible que se encuentra en manos de los adultos, quienes debemos necesariamente conciliar y asumir cada uno su parte, en ese trabajoso arte de cuidar y dar forma al otro.
http://www.mdzol.com/opinion/615351-convivir-en-un-sistema-educativo-agotado/
No hay comentarios:
Publicar un comentario