El origami, arte de origen japonés, consiste en el plegado de papel sin usar tijeras ni pegamento para obtener figuras de formas variadas. Según el Diccionario de la Real Academia Española, este arte se denomina papiroflexia o cocotología, vocablos no utilizados fuera de España. En sentido estricto, el origami es un tipo de papiroflexia que incluye ciertas restricciones: no admite cortes en el papel y se parte desde ciertas bases.
Su particularidad es la transformación del papel en formas de distintos tamaños partiendo de una base inicial cuadrada o rectangular, con sencillos modelos hasta plegados de gran complejidad.
Este arte se originó en China alrededor del S I o II d. C. y llegó a Japón en el S VI, integrándose a la tradición japonesa. Llegó a Occidente por Marco Polo en el S XIII.
En Hispanoamérica lo introdujo y propulsó el escritor español Miguel de Unamuno, alrededor de 1930, pese a haber sido introducido por los árabes, en la Europa Medieval se utilizaba era el papiro. Unamuno realmente se tomó en serio hacer "pajaritas de papel". Además de sus obras literarias escribió un tratado sobre la cocotología: palabra creada por él, derivada de cocotte: gallina o pajarita en francés y varios libros de plegado. Miguel de Unamuno tuvo una gran influencia en América del Sur. Algunos lo llaman el padre de la papiroflexia hispanoamericana.
El origami constituye una gran ayuda en la educación, entre sus beneficios y cualidades se pueden enumerar: desarrollar destreza, exactitud y precisión manual, implicando atención y concentración, motivación, creatividad, coordinación entre lo real y lo abstracto, esparcimiento y distracción, fortalecimiento de la autoestima
El entrenamiento de los dedos en un bebé acelera el proceso de maduración del cerebro, es una base de desarrollo bilateral del cerebro y el adelanto del desarrollo intelectual. El trabajo de coordinación de ambas manos y la atención ejercitan la memoria, la imaginación y el pensamiento. La activación de las manos da un masaje natural en la punta de los dedos saludable, afectando el equilibrio dinámico de los procesos de excitación en la corteza cerebral, frenando en las áreas corticales del cerebro. Los movimientos de las palmas y dedos también produce impulso motor de las zonas de la corteza de los largos hemisferios que están activados, requiere una importante actividad del cerebro y un armonioso trabajo de las diferentes estructuras.
El origami favorece nuevas formas de comunicarse con los demás, creando un ambiente que permite interactuar. Este arte se utiliza en el tratamiento de niños con problemas emocionales: dificultades de atención, expresión e hiperactividad. Como herramienta terapéutica favorece que se compartan los sentimientos y conocimientos, promoviendo una comunicación no verbal, un escenario de metas u objetivos, una oportunidad de un acercamiento no amenazante, un apoyo psicológico, una oportunidad para disfrutar.
Una antigua leyenda japonesa promete que cualquiera que haga mil grullas de papel recibirá un deseo de parte de una grulla, tal como una vida larga o la recuperación de una enfermedad.
Las mil grullas de origami se han vuelto un símbolo de paz, debido a la historia de Sadako Sasaki (1943-1955)1 , una pequeña niña japonesa que deseó curarse de su enfermedad producida por la radiación de la bomba atómica (leucemia).
Existe un cuento de Elsa Bornemann, "Mil grullas". Naomi Watanabe y Toshiro Ueda son dos adolescentes de Hiroshima, él está visitando a sus abuelos, cuando cae la bomba. Luego la encuentra a Naomi en un hospital tratando de hacer grullas, Toshiro completa las mil y se las entrega a la chica, pero ella muere al día siguiente. 31 años después, Toshiro de 42, casado, con 3 hijos, es gerente de una sucursal de un banco en Londres. Es serio y poco comunicativo. Siempre se pueden ver en su escritorio un par de grullas de origami. Cumple el deseo de Naomi de no olvidarla nunca.
El
origami se basa en la transformación de un
elemento dado, a través de distintos procedimientos, movimientos, acciones. De
una simple hoja de papel hace figuras simbólicas, sin utilizar instrumentos ni
otros materiales.
La
hoja de papel sola, despojada como nuestra realidad, puede transformarse,
recrearse en otro elemento significativo, como símbolo de nuestra capacidad
para superar adversidades, rearmarnos frente a ellas y convertirnos en un nuevo
ser, que sigue manteniendo nuestra esencia y puede encontrar nuevos caminos,
con creatividad, concentración, pensamiento crítico y autoestima positiva.
Así
plegándonos, replegándonos, dando vuelta la situación, doblando a las
dificultades y encontrando nuevas formas, podemos avanzar en el nuevo tiempo
que iniciamos. Nosotros somos, nosotros podemos, nosotros hacemos.
Por eso Espacio R se viste de grullas.
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