27 octubre 2017

Una propuesta navideña: cartas resilientes.



Espacio R se complace en proponer y abrir un "espacio de resiliencia sociocultural". A través de la  comunicación, la expresión, la solidaridad, los valores, la capacidad para relacionarse, la iniciativa, son factores de resiliencia, o sea fuerzas que la promueven y desarrollan.

La antítesis de esta capacidad para superar las dificultades, que nos ocupa desde hace tanto tiempo, es el aislamiento. Sabemos que en la vejez o en la tercera edad, como quiera llamarse a esa etapa de la vida, la soledad es un enemigo terrible. El retraimiento, el encierro y la incomunicación llevan a una inactividad que en un círculo viciososo, perjudica a todos los aspectos de la personalidad de un individuo.

La institucionalización de las personas, a veces inevitable, es otro factor, que según las condiciones en las que se da, puede agravar aún más esta situación.

Por eso, la propuesta es presentar una invitación a escribir cartas a unos abuelos para esta Navidad.

Concretamente, es para el Hogar María Inmaculada, Inés Parada 111, Casablanca, Valparaíso, Chile. El equipo profesional del hogar que acompaña, atiende y trabaja con los abuelos están constantemente pensando  y llevando a cabo proyectos para fortalecer la autoestima y promover la resiliencia.

En la institución viven 76 adultos mayores (mitad mujeres y mitad hombres) de los cuales el 80 % no tiene alguien cercano, sea familiar o amigo que lo vaya a visitar o que lo llame.


Esta propuesta los invita a comunicarse por mail para poder participar en la Campaña de Cartas Navideñas, para que cada abuelo reciba para estas fiestas cartas afectuosas que les permitan vivir las mismas con la alegría necesaria e imprescindible.

La escritura es la herramienta para expresarnos, para tratar y enfrentar traumas, para aliviar el dolor, para transmitir sentimientos, para sacar afuera emociones presas. Si esta actividad se realiza con otros fines sumados, los beneficios se potencian.

La manifestación de nuestra solidadridad, de nuestra preocupación y ocupación por la salud comunitaria y por el humor social, de nuestra escala de valores, de nuestro compromiso con la realidad, no sólo puede beneficiar a otros, sino otorgarnos a nosotros mismos la posibilidad de estar más resilientes y de compartir este estado con ellos.

La dirección de mail es:   acompaname.flr@gmail.com

Agradecemos la difusión de esta propuesta. 

12 octubre 2017

En las aulas resilientes, la verdadera revolución/evolución









Palabras que son universales.
El escritor chileno (porteño, de Valparaíso) Jorge Baradit participó en un evento de formación docente y entre otras cosas dijo:


“Mi abuelo nació en el mundo de los caballos y las velas, en un pueblo de 1913. Velas y caballos, siglos de velas y caballos. Sin embargo, en el lapso de su vida vio llegar la electricidad, los automóviles. Él se acuerda de haber visto el primer automóvil, los antibióticos, los aviones, las telecomunicaciones, los televisores;  tuvo teléfono un día en Valparaíso…, los cohetes. Él estaba sentado frente a un televisor Motorola, mi mamá a su lado, conmigo en brazos, cuando llegó el hombre a la luna”

“¿Cómo vivía la mayoría de los chilenos en ese principio del siglo XX? La mayoría de los chilenos vivía en casuchas de inquilinaje, como mi abuela, en galpones de estancias infectas, en establos salitreros o en gruesos cordones de pobreza alrededor de las ciudades; en conventillos atroces divididos en piezas cada vez más pequeñas; laberintos donde algunas familias terminaban viviendo en piezas interiores de 5 por 4 metros, sin ninguna ventana al exterior, sin luz, sin agua. Los niños, sus cunas, regularmente cajas, convivían con perros y con otras parejas al interior de esas mismas habitaciones. Todo el conventillo dependía de un grifo de agua insalubre para el lavado y para el baño, muchas veces alimentando las acequias a tajo abierto que pasaban bajo las casas y casuchas, llevando los desechos humanos de todos los habitantes hacia otras casuchas y conventillos, metros, decenas de metros, cientos de metros, aire podrido, aguas estancadas, focos infecciosos que transmitían la peste bubónica, la viruela o el tifus, todas enfermedades mortales para una infancia sin acceso a un beneficio médico mínimo.”

“La adolescencia –sostuvo- es un fenómeno reciente. Mi tío, cuando quedó huérfano tuvo que salir a trabajar a los 13 años y el día antes le regalaron su primer pantalón largo y le dijeron: Ahora eres un adulto. ¡No existía la adolescencia! La infancia, que es tan fundamental en el desarrollo humano, era una larga sala de espera que había que apurar lo más posible, mientras el cuerpo maduraba, para cargar sacos, porque a los 13 años ya debían estar trabajando y las mujeres a los 14 tenían que estar pariendo. Había que hacer desaparecer rápidamente los pantalones cortos, había que hacer desaparecer los juegos.”

“Desde hace solo pocos años –dijo- que finalmente se considera no solo a la infancia, sino a la primerísima infancia como un momento fundamental para el desarrollo humano. Ya no es la guardería, ese lugar donde uno archivaba a los hijos hasta volver del trabajo. Hace un rato ya que sabemos que esos primeros años marcan. Esos primeros años nos dan y nos quitan cosas que nos van a seguir, perseguir o ayudar por el resto de nuestra vida, que esa primera infancia es fundamental en el sentido etimológico. Es fundamento, es piedra sobre la que se construye.”

“Va a sonar rimbombante, pero ¡ustedes están construyendo la República! La gran gracia de la educación es que es una instancia para producir saltos culturales cuantitativos y cualitativos. Entonces, está en sus manos cambiar el gran paradigma, romperlo en pedazos y convertir a los niños y niñas en actores de su desarrollo. No como una proyección, no como adultos en potencia, sino que en protagonistas de su propio momento, de su hoy, como sujetos de derechos, sujetos de respeto y reflexión, con poder de decisión desde el inicio. Ni expuesto a riesgos, pero tampoco sobreprotegido, que es una tensión fundamental en la educación, incluso para los padres. ¡Qué tanto lo cuido, qué tanto lo dejo volar! Ése es el poder que tienen ustedes.

Esta primera infancia no sabe lo afortunada que es tenerlos a ustedes, no sabe que son la materia de un futuro mucho mejor que el nuestro y, sin duda, que el de nuestros abuelos, que prácticamente debieron sobrevivir a su propia infancia.”

“Esa es la historia de Chile del siglo XX. Estoy seguro que acá abuelos y bisabuelos de ustedes vivieron lo mismo, desde el campo a la ciudad, obreros, hijos de la educación fiscal, universitarios sus nietos o bisnietos. Eso es lo que hay que mirar, esa es la perspectiva histórica de lo que ustedes están haciendo hoy. Están haciéndose cargo de sus abuelos. Cuando miren a los niños y niñas que llegan, vean la cara de sus abuelos, porque eso es lo que son y denle la oportunidad que ellos no tuvieron. Con ustedes comienza el largo camino del hombre de nuestro país a su felicidad. No exagero cuando digo que el triunfo de la República comienza en sus manos. ¡Queremos una revolución! Entonces, ¡salgan de esta sala sabiendo que ustedes son la revolución!”

https://www.supereduc.cl/prensa/jorge-baradit-ante-educadoras-de-salas-cuna-y-jardines-infantiles-ustedes-estan-construyendo-la-republica/


05 octubre 2017

Abuelo que abraza, resiliencia mutua.

Cuando sentimos que el tiempo es un feroz depredador de nuestros días, cuando sentimos que el infinito es instantáneo, cuando los instantes se nos escapan sin verlos... cuando podemos salir de nuestras diarias corridas físicas y mentales y sorprendernos con un hombre que con una edad avanzada regala no sólo sus horas, sino que además las condimenta con amor, quedamos anonadados, convertidos en una nada que sólo puede admirar.



Correr por los cables de internet, conocerlo, escucharlo, verlo haciendo lo que hace: qué premio sería, qué aliento para el alma, qué placer...

David Deutchman
Un jubilado de 82 años que trabajaba en marketing y que ahora es voluntario en la sala de terapia intensiva neonatal de un hospital de Atlanta. Abraza a los bebes que necesiten calor y comodidad cuando sus familias no pueden estar con ellos.

La mamá de Logan, uno de los beneficiados por sus abrazos, lo hizo público y notable. Su historia se hizo notar y hoy nos permite repensar nuestros ritmos de vida, nuestras necesidades de afecto: de darlo y recibirlo, replantear qué hicimos hoy por nosotros y por los demás, preguntarnos a quién abrazamos hoy, quién nos apretó fuerte entre sus brazos. Sino lo hicimos, si lo necesitamos, es el momento, la oportunidad de reflexionar sobre los tutores de resiliencia, esos seres, personas, animales, obras de arte, plantas, objetos que promueven en nosotros la seguridad básica de un apego seguro, la confianza y la promesa de futuro, tal como lo explican los estudiosos de la resiliencia.

La presencia, el amor incondicional y la plasticidad son las tres características básicas y esenciales de estos otros significativos que despiertan y promueven la resiliencia en las personas.

Qué honor estar en los brazos de David! Qué honor tener en el regazo y cerca del corazón a alguien que precisa sólo eso: un corazón que lata junto al propio!

 http://www.lanacion.com.ar/2069194-un-abuelo-que-pasa-la-noche-sosteniendo-bebes-prematuros-para-que-no-esten-solos
https://www.facebook.com/ChildrensHealthcareofAtlanta/posts/10155628328233186
https://www.choa.org/