07 febrero 2019

Yo hago... la quinta fuente de resiliencia.

Afirmaciones positivas que podemos expresar pueden ser la manifestación de nuestra capacidad de resiliencia. Se las llama fuentes de la resiliencia y tienen una absoluta relación con el medio y el contexto que nos rodea: de él las sacamos y en el las desarrollamos. Por eso la visión de la resiliencia como proceso enmarcado en un escenario es la mirada más completa, ya que no puede darse la resiliencia sin una relación con el ambiente y sin su apoyo.

El yo soy es la expresión de nuestra esencia. El yo tengo remite a los recursos que contamos, el yo puedo a las potencialidades que puedo desarrollar. El yo estoy refiere al estado de ánimo y de compromiso que pongo en juego. Pero ninguna se evidencia sin un hacer activo. Nos adaptamos positivamente cuando accionamos, cuando realizo actividades en pos de un objetivo. El yo hago implica una consecuencia de nuestra capacidad para superar las dificultades. Ninguna adversidad se salva sin acción.

"Las clásicas fuentes de la resiliencia, desarrolladas por Grotberg , aparecen como consecuencia de esa interacción y encabezadas con el pronombre “Yo”. Tomando esta mirada sociocultural que define a las usinas como ámbitos que favorecen el desarrollo de factores de resiliencia con una mirada más amplia, aparecen y se despliegan, con una nueva forma, las “fuentes de la resiliencia sociocultural”. El pronombre “Yo” muta en un “Nosotros”, que muestra la dimensión colectiva de esta capacidad. Los sujetos que pueden afirmar en definitiva “Nosotros estamos resilientes”, no son una suma de individualidades, sino un grupo. Las fuentes de la resiliencia sociocultural se expresan así:

Nosotros somos:
Personas por las que otros sienten aprecio y cariño.
Felices cuando hacemos algo bueno para los demás y les demostramos nuestro afecto.
Respetuosos de nosotros mismos y del prójimo.

Nosotros estamos:
Dispuestos a responsabilizarnos de nuestros actos.
Seguros de que todo saldrá bien.

Nosotros podemos:
Hablar sobre cosas que nos asustan o nos inquietan.
Buscar la manera de resolver los problemas.
Controlarnos cuando tenemos ganas de hacer algo peligroso o que no está bien.
Buscar el momento apropiado para hablar con alguien o actuar.
Encontrar alguien que nos ayude cuando lo necesitamos.

Nosotros tenemos:
Personas del entorno en quienes confiamos y que nos quieren incondicionalmente.
Personas que nos ponen límites para que aprendamos a evitar los peligros o problemas.
Personas que nos muestran por medio de su conducta la manera correcta de proceder.
Personas que nos ayudan cuando estamos enfermo o en peligro o cuando necesitamos aprender.

Una experiencia que las ilustra es la realizada en Puan incorporada en la bibliografía ya citada. 
Esta variante profundiza la mirada de este fundamental aporte de una de las autoras más importantes del marco teórico de la resiliencia, como es Edith Grotberg."
En Simpson, M. G. (2010). Resiliencia Sociocultural, del Yo puedo al Nosotros podemos. Buenos Aires: Ed. Bonum. Pág. 10-12.
"La resiliencia sociocultural es la mirada que toma como centro a ese hombre como “ser social”. Es “la capacidad de personas, grupos, instituciones y comunidades para enfrentar y superar adversidades, a través de un proceso de interacción dinámica y adaptarse positivamente a la realidad, en espacios generadores de resiliencia, basados en factores constituyentes y mecanismos socioculturales.” (Simpson, 2010, pág. 8). Este punto de vista no pretende ser un tipo de resiliencia, sino que analiza cómo se desarrolla en el ya nombrado escenario socio-cultural. 
Como se explica en la obra ya citada, esta mirada se da en los niveles grupal, institucional y comunitario. Aparecen así usinas de resiliencia sociocultural, esos espacios que facilitan el desarrollo de la resiliencia, promoviendo los principios movilizantes: factores constituyentes y mecanismos socioculturales que funndamentan y garantizan el desarrollo de la resiliencia. 
Como principios movilizantes se enumeran a: los valores, la pertenencia, la capacidad de comunicación y expresión y la educación.
La resiliencia sociocultural transforma las fuentes de la resiliencia conceptualizadas por Edith Grotberg: el pronombre “Yo” cambia por “Nosotros”, mostrando la dimensión colectiva de esta capacidad: Nosotros somos, Nosotros estamos, Nosotros podemos, Nosotros tenemos.
Y se agrega un quinto grupo YO HAGO - NOSOTROS HACEMOS. Ya que en hechos reales y concretos que denotan acción, tiene lugar la adaptación positiva y activa sobre la realidad, el momento culminante y más importante de la resiliencia. Sin actos, sin realizaciones, no hay resiliencia. El hacer libre, feliz y apasionado es la mejor garantía de que podremos adaptarnos plenamente a la realidad sin sufrir y modificarla, aunque sea en una ínfima parte.
Uno de los elementos fundamentales en esta adaptación plena, feliz y activa a la realidad (sea fácil, liviana, llevadera o difícil, compleja, adversa) es el sentido de la vida. Encontrar un sentido a la existencia, encontrar el “para qué” vivir, para tolerar cualquier “cómo” tal como decía Nietzsche. El sentido de la vida lleva inexorablemente al proyecto de vida, esa construcción intelectual que tanto contenido afectivo y emocional posee. Es ese proyecto el que implica ese “hacer” que garantiza la adaptación positiva y activa a la realidad, a pesar de que sea adversa y problemática."
En Simpson, M. G. (2017). Resiliencia en el aula, un camino posible. Buenos Aires: Ed. Bonum. Pág. 98 y 99

"También puede agregarse un quinto grupo, que aparece realizado (hecho real y concreto) en el momento culminante y más importante de la resiliencia: la adaptación positiva; es una adaptación activa sobre la realidad. Esta fuente de resiliencia puede expresarse a través del:
YO HAGO - NOSOTROS HACEMOS
que se podrá completar con la acción que la persona realmente lleve a la práctica, de manera positiva y constructiva y le permita sentir que se adaptó a la realidad, enfrentando las dificultades que ésta le presentaba y modificando lo que verdaderamente se podía cambiar."
En Simpson, M. G. (2015). Resiliencia y currículum escolar, una alianza innovadora. Buenos Aires: Ed. Bonum. Pág. 39.

El “ser” tiene una relación directa con el “hacer”. En estos tiempos que corren se lo confunde con el “tener”: “soy” en tanto y en cuanto “tengo”. Pero es la acción la que lleva a la verdadera trascendencia humana: el hombre es lo que hace. Ya que siempre busca ir más allá: trascender... Dos historias, dos señoras, dos científicas… que podían expresar las fuentes de la resiliencia con seguridad y confianza: 

“Yo soy…” (sabían quiénes eran, quiénes son y quiénes serían)
“Yo estoy…” (estaban seguras y tenían plena confianza en lo que eran, en lo que hacían y con lo que contaban)
“Yo puedo…” (tenían plena conciencia de sus posibilidades)
“Yo tengo…” (contaron con referentes que las estimularon y las escucharon, aunque otros no, pero eso era parte de la adversidad que enfrentaron)

En sus vidas están consumadas en acciones concretas las claves que cada capítulo de este material, ofrece al final de los mismos.
Pero, lo más importante para destacar, es que concentraron todas las fuentes en un hacer, en una actividad que les dio sentido a su vida, en todos los tiempos: pasado, presente y futuro, en una tarea que no sólo les dio un rol y status social, sino que les garantizó la trascendencia.
En Simpson, M. G. (2014). 11claves para generar resiliencia. Buenos Aires: Ed. Bonum. Pág.  126, 132, 136 y 137. 

Orientación Vocacional y Educativa desde la Resiliencia.
resilienciasociocultural@gmail.com



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