Las ventanas muestran un afuera que cambia: no sólo las calles y las casas, también las personas y su vida. Como en el cuento, los tiempos se solapan, hay una continuidad entre el pasado, el presente y el futuro.
Pasan los años, los meses y los días, y ella se aferra a ese mandato social que se le dio, reproduce automáticamente lo que hace, como una máquina que ha sido programada y que no tiene acceso a su tablero de control.
En los tiempos anteriores a la pandemia, se sentía incómoda, fragmentada, confusa, fracturada. No entendía cómo se le filtraban por las ventanas ríos de cambios, no podía tolerar que entraran a su espacio problemáticas externas, con idiomas diferentes, con discursos nuevos... los sujetos que entraban en ella ya no eran los mismos. No lograba sellar las fisuras ni impermeabilizarse, para mantener en su seno el mismo microclima del que antes era dueña.
Apostaba a resistir, empujaba a sostener y en vano luchaba en situaciones violentas que no podía resolver. Los protagonistas de su tarea empezaban a ser ajenos, hablaban otro idioma y entraban en ella por una obligatoriedad externa. Eran sólo siluetas que se sentaban en los bancos tan parecidos a los de siglos anteriores. Las preguntas y las dudas no eran sólo signos en los escritos, la motivación, el interés y el compromiso eran los ejes de discursos infinitos. Los haceres y los vínculos estaban en crisis, hasta que los virus universales obligaron a evacuar los lugares sociales. Las aulas quedaron vacías de siluetas que ya se habían ido antes.
Entonces los "Classroom" se poblaron de perfiles... iguales a esas siluetas. Digitalizó los quehaceres, los tradujo a un nuevo idioma, haciendo lo mismo en "zoom", en "meet", en aulas virtuales... Al principio, la adrenalina, el temor y lo desconocido hicieron que la situación fuera dinámica y movilizante. Se entusiasmó y creyó que todo funcionaba como antes, que había innovado, que por fin había evolucionado. Se lo creyó.
Pero, de a poco los perfiles desaparecieron, se esfumaron en esa continuidad del afuera y del adentro. Ya no era ese edificio importante que se destacaba, era esa agenda virtual que se metía en casa, mirando por la cámara un fragmento de un escenario que no conocía. Era ella, la que se filtraba en las casas y le pedía a las familias que fueran parte de sus propuestas. Las cámaras empezaron a apagarse, los micrófonos a silenciarse y los otros a desaparecer. La impotencia volvía a aparecer, acompañada de soledad, de falta seguridad y de futuro. El pasado no era tan brillante (pero los nostálgicos con tal de aferrarse a algo, lo pensaban dorado y querían volver... volver a verse, a abrazarse hasta enojarse como antes), el presente no satisfacía (los pesimistas eran los realistas) y el futuro no tenía forma (las autoridades, los que detentan, o dicen tener, el poder no cuentan cómo será, no dan tiempos ni pistas, guardando para sí la potestad de lo que será, para no perder su baldosa de jerarquía)...
... los tiempos se unen, pasan, son uno. Ella, el refugio del saber, no sabe qué hacer ni cómo. Ignorando que es su verdadera oportunidad de repensarse, de rediseñarse, de ser la "Nueva escuela" que en otros siglos no quiso ni pudo ser. No se da cuenta de que llegó el momento de "vincularse" con esas siluetas, no de conectarse, porque no es cuestión de conectividad ni de accesibilidad, se tata de vínculos personales y directos, aunque estén mediatizados por la tecnología.
Ahora, en esta continuidad en los tiempos, cabe preguntarse, interrogarse y correr en búsqueda de respuestas nuevas... sobre todo de INNOVAR : de ser ESCUELA en un Siglo XXI que ya lleva veinte años. Hace veinte años que empezó, pasó el tiempo, el futuro ya llegó. Entonces por qué no cuestionar y cuestionarse: ¿Qué queremos ser? (porque ya no se puede ser igual) ¿Quiénes somos y qué tenemos que hacer? (los distintos roles se cayeron y hay que redefinirlos) ¿Cómo hacer lo que tenemos que hacer para ser efectivos y eficientes? (las formas no pueden ser las mismas) ¿Cómo nos vincularemos entre todos? (necesitamos encontrar los caminos de expresión de afectos, de sentimientos, de deseos, de temores, de proyectos) ¿Cómo encontrar los sentidos comunes al presente para poder volar a un futuro esperanzador que tanto precisamos todos? (los fundamentos existenciales son esenciales en el hacer con otros para poder constituir un nosotros) ¿Cómo acompañarnos y cómo ayudarnos en momentos críticos? (precisamos al otro y precisamos del otro) ¿Cómo haremos para construir instituciones y espacios sociales que nos representen y que sean propios? ¿Cómo haremos ESCUELA?
Podemos redefinirnos, podemos innovar, podemos hacer que las cosas pasen: haciendo cosas distintas para obtener resultados diferentes. HACER... inventar para inventarnos hoy, desde lo que fuimos ayer y de cómo nos fue ayer, para después poder llegar al mañana... a ese futuro en el que no seremos mágicamente mejores.
Nunca se vuelve a un punto cero... la continuidad de los tiempos, sólo estaba en el cuento "Continuidad en los parques". Es hora de abrir ventanas y de inventar nuevas paredes, para encontrar la puerta de salida y de entrada.