Que la conozcas es un hito en tu vida. Ruth Harf, una de sus maestras, dice que para ella fue una de las experiencias más maravillosas.
A mí me faltan las palabras para describirla... para contar el día que la conocí... para decir quién es y qué hace... para expresar lo que logra... y también me faltan palabras, me faltan letras y no tengo idioma para poder transmitir los sentimientos que genera, no sólo en mi alma sino en todas las personas con las que se cruza.
Cuando pienso en que hay personas que por donde pasan, iluminan, aparece ella. Cuando busco ejemplos de docentes que enseñan generosa y desinteresadamente, aparece ella. Cuando intento definir a la solidaridad en acción, aparece ella. Cuando teorizo sobre la importancia del arte y la creatividad en procesos resilientes, aparece ella. Cuando le doy forma a la idea de facilitadores de resiliencia, aparece ella y también sus títeres, sus mantas, sus objetos lúdicos. Cuando indago sobre historias de maternaje resiliente, aparece ella. Cuando investigo sobre la necesidad de expresarse y comunicarse, aparece ella y las oportunidades que ofrece. En lo académico, en lo profesional y en lo personal... aparece ella.
Tener en mis manos su último libro, fue encontrarla a ella en un nuevo tesoro compartido, fue confirmar que los maestros no precisan redes ni publicaciones, que pasan por este mundo sembrando semillas que al instante se convierten en flores.
Leer el libro "Objetos lúdicos, mediadores de ternura", de Editorial Noveduc, con prólogo de Ruth Harf, confirma que los libros son obras de arte, son objetos que nos convierten en sujetos.
Ver sus fotos, descubrir a Melanco de cerca, mirar sus manos entre esos objetos lúdicos que crea y comparte, observarla acunando a Haití, estremeció mi alma y confirmó que es una titiritera de títeres y de objetos lúdicos, pero que, por sobre todas las cosas, es una titiritera de esperanzas, al brindarle a otros desinteresadamente sus experiencias, creaciones y recursos para que las usen.
Leer sus textos sobre las mantas, me llevó a mi taller, a mi telar, a mis urdimbres y tramas... a mis #tejidosresilientes. Sus palabras me llevaron a mis mantas, a las hebras y los puntos que se entretejen con afecto, para abrigar, no sólo en días de fríos, sino para cubrir desde la protección y la confianza con los otros. Me abrazó y me acunó, al saber que todos podemos abrazar y acunar, para ser mejores y co-transformar este mundo.
Su libro, su obra, sus logros y sus sueños, me llevaron a mirar mi jardín y verla también entre las flores, sabiendo que como nos dice en la última frase de su libro: "seguiremos educando... cantándole a la utopía hasta que las velas no ardan".
Gracias, gracias, gracias a Elena Santa Cruz.
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