09 septiembre 2020

Hablando de resiliencia...

 Como se ha expresado tantas veces, hace un tiempo, la palabra resiliencia era un vocablo desconocido para la mayoría de las personas. Sólo conocían su significado los que estaban cercanos a la física y a la resistencia de materiales. Su traspolación a las Ciencias Humanas no fue tarea fácil y explicar su idea central, menos aún. Tras muchos años de desarrollos académicos, tuvo lugar su incorporación al corpus de la Ciencias. Las primeras generaciones de investigadores realizaron una tarea titánica de desarrollo teórico y empírico. La segunda generación tomó la posta y continuó el camino, y la tercera, actualmente sigue avanzando. 

Lamentablemente, hoy su uso se ha convertido casi en un abuso. Cualquier persona la utiliza: desde cualquier personaje de los medios de comunicación hasta un aviso publicitario. Si bien, su difusión era un objetivo de los proyectos de trabajo y de investigación, no se aspira a que se banalice su significado y se distorsione su aplicación en el habla y en los discursos.

Como también es inadmisible que se la explique con errores, sobre todo, en ámbitos profesionales y académicos, en espacios de formación, capacitación, consultoría, asesoramiento y difusión. Es importante desarrollar una tarea pedagógica y aclarar esos equívocos, por todo el tiempo implicado en trabajar sobre la resiliencia, por abundante material publicado y por las numerosas investigaciones desarrolladas por tantos referentes.

  • La resiliencia no es una "teoría": es un constructo teórico,  por lo tanto desde sus inicios fue evolucionando, fue construyéndose con las diferentes miradas disciplinares que, desde un trabajo horizontal, multi-inter y transdisciplinario, le permitieron no ser una "teoría acabada". O sea, que está constantemente cambiando, mejorando, en función de los cambios sociales, culturales, científicos. Por lo que, hablar de definiciones de muchos años atrás, implica un error. A no ser que se esté haciendo "Historia de la Ciencia" o "Historia de la Resiliencia". Constantemente se están desarrollando explicaciones superadoras de la realidad. Ese es el objetivo central del quehacer científico: explicar la realidad. Por lo tanto, un aporte, por ejemplo del año 2001, sólo explica a la realidad de ese tiempo. Como la resiliencia sigue desarrollándose, sus modelos y miradas se van actualizando y cambian. Entonces para explicar situaciones actuales de la realidad, es imprescindible que se dé la versión más actualizada del constructo teórico, con sus últimas definiciones, a no ser que, como se dijo antes, se esté haciendo su historiografía.  
      
  • Unido a lo anteriormente expresado, los diferentes armados conceptuales de la resiliencia responden a una realidad de la ciencia y fueron evolucionando. Tal como lo explica la teoría de los paradigmas de Kuhn, un modelo nuevo, más actualizado y superador, corre al otro anterior que no logra dar respuestas válidas y valiosas y que no logra explicar la cambiante realidad. Es preciso destacar como fuente fundamental de conocimiento de la evolución de la resiliencia a la publicación de Puig y Rubio (2011). En "Manual de resiliencia aplicada" estos autores explican cómo evolucionó el paradigma de la resiliencia desde las primeras generaciones  hasta su fecha de edición. En los 70`, era un "modelo de riesgo". En los 80`,la primera generación la considera una capacidad del individuo y sostiene que se "es" resiliente. En los 90`, se la define como proceso y se afirma que se "está" resiliente y "se aprende". En la generación actual se la presenta como un paradigma y que se la "construye". Por lo tanto, es preciso ser muy correcto al hablar hoy de "resiliencia".

  •   Un ejemplo de ello es el desarrollo conceptual que los investigadores y especialistas en resiliencia presentan de los factores que intervienen o actúan en ella. Ya no es pertinente hablar de "factores de riesgo", es una explicación perimida  que no explica la complejidad de la realidad de nuestro presente. Como tampoco se puede hablar de "factores de protección" como fuerza contrapuesta que genera resiliencia. Con posterioridad se explicaron como "factores de adversidad" y "factores de resiliencia". La definición de los "pilares" de la resiliencia tuvo su primer versión en 1997 de Suárez Ojeda (1997). Melillo (2004) los actualiza siete años después, agregándole el pensamiento crítico, que se convierte en un núcleo conceptual esencial que se mantiene hasta hoy. Hoy, en el modelo actual se los denomina promotores personales y socioculturales de resiliencia... ya no se habla de riesgo o adversidad, sino de realidad compleja. Por lo cual, al hablar desde un lugar académico y profesional, no es una cuestión menor presentar miradas no vigentes o desactualizadas, es imprescindible saber "hoy".

  • Así mismo, es importante no caer en errores gramaticales en relación con las explicaciones de las Ciencias. Por ejemplo, de acuerdo a la definición científica de la resiliencia, no se admite conjugar el verbo "resiliar" con el verbo "ser". Decir que una persona "es resiliente" habla de una pobre búsqueda de información, de una inacabada lectura de la rica bibliografía, de una lectura no actualizada sobre el tema o de una mala comprensión de su esencia. Una mala formación o información lleva difundir una expresión verbal inexacta. La resiliencia no es una condición o una capacidad, la resiliencia se construye.
        
  • De la misma forma, es muy importante analizar desde qué mirada sociocultural se habla o a qué modelo responden los autores o las explicaciones citadas. Se desarrollaron tres corrientes muy diferentes en resiliencia: la anglosajona, la francófona y la latinoamericana. No es lo mismo explicar los fenómenos humanos y sociales, desde matrices socioculturales muy diferentes a las del público al que se le habla. Además, se comete otra grave equivocación al no rescatar el valioso aporte de los autores latinoamericanos y argentinos, que fueron los que le dieron al constructo justamente, el punto de vista social y comunitario: Resiliencia Comunitaria y Sociocultural. No pueden desconocerse esos armados conceptuales, promoviendo adoptar modelos foráneos,  sobre todo tratándose de educación (Henderson y Milstein, 2003), cuando en nuestro país hay aportes tan significativos, desde la teoría y también desde la empiria. ¿Por qué destacar y promover definiciones y propuestas educativas de otros países cuando aquí hay desarrollos teóricos y proyectos de trabajo que fueron y son, destacados y exitosos?  

  • Tampoco puede dejarse de lado el uso de vocablos que en Ciencias Sociales no son pertinentes como "experimento". Sí, se sistematizan "experiencias". La historia de la evolución de la resiliencia es absolutamente rica en ellas. Por ejemplo, la investigadora Emmy Wernner, no hizo un "experimento", sino que llevó a cabo una investigación longitudinal que fue fundante para los orígenes de este constructo teórico.   

  • La resiliencia no es aislamiento, de ninguna manera, siempre implica interacción. No se la promueve con pensamiento mágico o fantasía, sino con el desarrollo del pensamiento crítico, de una mirada también crítica que aborde la realidad en su totalidad, llamando a las cosas por su nombre, con términos adecuados a la edad de la persona. No se genera resiliencia infantilizando la situación, ni mostrando un mundo irreal. La creatividad no es hacer ficción. A la realidad, hay que transformarla con hechos concretos, con conductas activas y proactivas. Por eso, ilustrar las defiiciones dadas, con historias como la plasmada en la película "La vida es bella", genera una contradicción con la idea central de la resiliencia y una idea equivocada de lo que es. Como tampoco se promueve resiliencia en la negación de la realidad, como por ejemplo en la película "Titanic" (siguiendo con ejemplos cinematográficos), en donde muchos siguen "bailando" sin ver lo que realmente pasa. Aquí es fundamental destacar un rol importantísimo, que, en el nuevo modelo se denomina "facilitador de resiliencia", que es una figura enriquecida de los "tutores de resliencia" que definió Cyrulnik (2010) y que Rubio y Puig (2015) describieron ampliamente. 

  • Se detallarán abajo las obras fundamentales que constituyen la bibliografía básica y esencial del constructo central de este texto. Pero es preciso destacar como manifestación de la constante actualización y revisión que la resiliencia hizo y hace, a un libro imprescindible para todos aquellos que decidan hablar sobre resilencia: "Resilencia Comunitaria" (2018) de Editorial Dunken, donde los maestros fundamentales de Latinoamérica y del mundo: Munist, Kotliarenco, Vanistendael y Mellillo fueron reunidos con autores e investigadores de la última generación, de países como Argentina, Colombia, Chile, Uruguay, México y España, en una compilación que reúne textos valiosos, en los que aparecen los nuevos modelos conceptuales, desarrollos teóricos y trabajos de campo, imprescindibles a la hora de exponer sobre el tema.    

  • La segunda recomendación es el libro "Una vida en resiliencia" de Evans y Reid (2016), una obra tan densa, tanto como la crítica que le hacen al constructo, pero que permite pensar y repensar con verdadero pensamiento crítico al mismo, para que gracias a los interrogantes que provoca se pueda avanzar en la conceptualización.

  • Y la tercera lectura propuesta es un libro tan único como mínimo, tan imperdible como humilde: "Los hábitos del pensamiento riguroso" de Brie (2000). Obra que no tiene fecha de caducidad y que explica cómo mejorar el pensamiento crítico de los estudiantes universitarios y de los futuros profesionales, pero cuyas directrices sirven para todo proceso de aprendizaje. Una verdadera joya.
     
  • Para finalizar, es importante destacar que si se propone a la resiliencia como mirada en una innovación institucional y organizacional, debe considerarse a todos los núcleos conceptuales que la definen (mirada crítica; co-desarrollo de promotores personales de resiliencia; co-transformación del contexto desde los promotores socioculturales; la co-construcción colaborativa; el co-diseño de proyectos y acciones; la pertenencia, la cultura y la identidad cultural; la necesidades de espacios reales de expresión, comunicación e interacción; la gestión innovadora) para que, desde adentro y horizontalmente, se diseñen innovaciones, no cambios pensados desde fuera, y se trabaje comprometida y autónomamente en equipo,  sin seguir recetas pre-establecidas o definidas por sujetos ajenos a la institución u organización. La resiliencia como innovación es hacer que las cosas pasen, para que tanto los individuos como el colectivo logren una nueva evolución, una Re-Evolución y que los espacios se conviertan es usinas de resiliencia, en Espacios R.
Como último aporte para quienes quieran hablar, exponer y conferenciar sobre resiliencia, se  recomienda que buceen por el mundo académico de los distintos países, así descubrirán foros, grupos de investigación, líneas de investigación, institutos, redes, investigadores, autores, referentes... que siguen avanzando en la conceptualización de este constructo, que se renueva y actualiza constantemente, para seguir dando respuestas nuevas y significativas a los desafíos que se le presentan a la humanidad. Y esta humilde y básica bibliografía (inacabada por cierto ya que se sigue investigando, editando libros y publicando en repositorios y sitios académicos) para fundamentar lo que se dice. 

Brie, R. (2000). Los hábitos del pensamiento riguroso. Buenos Aires: Del Viejo Aljibe.

Cassinelli, E.; M.; Munist, M. y otros (2014). Arte y resiliencia. Lanús: Ediciones de la Universidad Nacional de Lanús. 

Cyrulnik, B. (2009). Autobiografía de un espantapájaros. Testimonios de resiliencia: el retorno a la vida. Barcelona: Gedisa.

Cyrulnik, B. (2015). Las almas heridas. Las huellas de la infancia, la necesidad del relato y los mecanismos de la memoria. Barcelona: Gedisa.

Díaz Videla M. & Olarte M. A. (Eds.), Antrozoología, multidisciplinario campo de investigación, Buenos Aires: Editorial Akadia. Simpson, M. G., & Keulyan, G. (2018). El perro como tutor de resiliencia en procesos de orientación y de TAA. 

Forés, A. y Grané, J. (2012). La resiliencia en entornos socioeducativos. Madrid: Narcea ediciones.

Forés, A. y Grané, J. (2012) La resiliencia. Crecer desde la adversidad. Madrid: Plataforma editorial.

Frankl, V. (2001): El hombre en busca de sentido, Barcelona, Herder, 21.ª ed.

Fuchs, E. (2003): “¿Van unidas ética y resiliencia? en Manciaux, M. (comp.) La resiliencia: resistir y rehacerse, Barcelona, Gedisa.

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González y Rivas, M. (2013). Planificación y Programación en Odontología Comunitaria, Familiar y Social: Anexo 1. Resiliencia: Estudio de Medición de la Autoestima (2004-2013). (1ra.ed). Madrid. Ed. Ripano. 

Grotberg, E. (2001). “Nuevas tendencias en resiliencia”, en Melillo, A. y Suárez Ojeda, E. (comps.). Resiliencia. Descubriendo las nuevas fortalezas. Buenos Aires: Paidós.

Henderson, N. y Milstein, M. (2003): Resiliencia en la escuela, Buenos Aires, Paidós. 

Infante, F. (2001). “La resiliencia como proceso: una revisión de la literatura reciente”, en Melillo, A. y Suárez Ojeda, E. (comps.). Resiliencia. Descubriendo las nuevas fortalezas. Buenos Aires: Paidós.

Jara León, F. (2016) Bioresiliencia. El poder transformador de las redes afectivas. Chile: Edición propia.

Kotliarenco, M.; Cáceres, I y otros. (1997). Estado de arte en resiliencia. Chile: OPS.

Kotliarenco, Ma. A. (2008): “Presentación” en Saavedra Guajardo, E. y Villalta Paucar, M. Escala de resiliencia SV-Res para jóvenes y adultos. Chile, CEANIM.

Lecomte, J. (2003): “El buen uso de la memoria y del olvido” en Manciaux, M. (comp.) La resiliencia: resistir y rehacerse, Barcelona, Gedisa.

Manciaux, M. (comp.) (2003): La resiliencia: resistir y rehacerse, Barcelona, Gedisa.

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Melillo, A. (2004). “Sobre la necesidad de especificar un nuevo pilar de la resiliencia”, en Melillo, A.; Suárez Ojeda, E., y Rodríguez, D. (comps.), (2004): Resiliencia y subjetividad. Los ciclos de la vida. Buenos Aires: Paidós.

Melillo, A. y Suárez Ojeda, E. (comps.) (2001): Resiliencia. Descubriendo las nuevas fortalezas, Buenos Aires, Paidós.

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Moreno Gracía T. y otros (2002) “Resiliencia en programas de desarrollo infantil”, publicación de Fundación van Leer, La Haya. 

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                                                                                                                Lic. María Gabriela Simpson

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